miércoles, 6 de junio de 2012

Junto al brocal .

En los  días de verano ,  a esa hora de la siesta,  me gusta  sentarme un rato  junto al brocal de mi pozo en la antigua mecedora que perteneció a mi abuelo.  El viejo olmo me presta el  parasol de su sombra . El gato ,  ronroneando ,  se acomoda   entre mis piernas   y  hay un arroyo cercano que corre  dejando oir  ese susurro del agua que es un vago encantamiento .  Desde allí véo mi huerto , los frutales, los olivos  y al fondo, en el horizonte , el perfil de las montañas  de ese color violeta  que solo he podido ver en esta sierra tan nuestra.  Por esa sábana  azul de nuestro cielo extremeño pasan despacio  las nubes  y con ellas mil recuerdos .  En sus formas caprichosas  van prendidos  nuestros  sueños.  Empujadas por el viento , desfilan  pausadamente  y en mi mente voy creando ilusiones , pensamientos  y  pueden  aparecer   algunas de aquellas cosas que he perdido con el tiempo. 
Y así, con ese silencio ,con el  murmullo del agua y con los bellos  recuerdos, me voy quedando dormida , mientras  siento el aleteo de una pareja de tórtolas que van a beber al huerto ..............

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